« El título/moraleja de esta pieza es afirmación esclarecedora, a la vez que terrible interrogante. Un abra es espacio que se abre, cual telón de montañas aledañas que de frente se nos devela, es claro de bosque que sobre nosotros se despeja, como también fondo marino que bajo nuestros pies revela mellas o ventanas de blanca arena. Pero en este caso, abra es también duda persistente que pone en tela de juicio la realidad o trascendencia de un entorno y medio ambiente, que condicionado y amenazado por el ser humano se dibuja en contornos de quimera.

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De primera intención, la belleza del macramé de la mano de conchas y corales, de espejos, mapas y cristales, de imágenes subacuáticas y de barbacoas, y de estructuras tubulares, hilvanan –envueltos en cadenciososos murmullos de voces humanas y sonidos animales—una narrativa paradisíaca de la isla de Guilligan en Guánica. Subsiguientes miradas, no obstante, confrontan y adentran al espectador en un mar de nefastas realidades. En este jardín igualmente siniestro afloran latas, despojos de huesos de reces y de aves, y el esqueleto de una rata, reducto de plagas desatadas por los corrompidos hábitos alimenticios, de manejo de desperdicios y de esparcimiento de sus tantos visitantes. "

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Fragmento del texto de la Exposición Aves y agüeros. Irene Estevez, Directora SALAFAR.